Entonces vete.
Lleva tus misterios inescrutables
Tus silencios acerados,
Tus preguntas e incertitudes,
Tu expresión extraviada en el infinito,
Tus pretextos que fácilmente adivino.
Déjame el sabor de tus labios,
El calor que mi cuerpo te dio,
El alivio de tus sueños entre mis brazos,
Mi mano que entrelazaba la tuya
El tiempo que mi pasión te ofreció.
Guardaré mi desnudez
que en las noches contemplabas,
Los días que juntos vivimos,
La luna que en las noches serenas
Desentendidos contemplabamos,
El cielo que caía sobre nuestros sueños
Cuando los brazos contenían el universo.
Sobre el árbol de nuestro encuentro
Un viento frío sopla, haciendo volar sus hojas
Que un adiós murmuraban.
Partiré por tanto, a los confines del mundo
Donde un mar trataré de encontrar,
Que mi corazón podría lavar.

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Que bello y amargo. Pero bello
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